Los
primeros cachorros nacidos por fertilización
in vitro han
llegado al mundo en EE.UU. Se trata de siete
perros sanos,
algunos de ellos de raza beagle y otros con mezcla de cocker spaniel.
El logro, perseguido desde los años 70 y conseguido ahora por
investigadores de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York,
abre la puerta a la conservación de especies de cánidos en peligro
de extinción y puede ayudar a erradicar
enfermedades hereditarias en
nuestros mejores amigos. También puede ser útil para el ser humano,
ya que los canes comparten con nosotros más de 350 trastornos y
rasgos hereditarios similares, casi el doble que otras especies.
Un
total de 19 embriones fueron transferidos a la perra anfitriona, que
finalmente dio a luz a siete cachorros sin problemas de salud, dos de
una madre beagle y un padre cocker spaniel y los otros cinco de dos
parejas de raza beagle.
Durante
la fecundación in vitro, se fertiliza un óvulo maduro con un
espermatozoide en laboratorio, de forma que se desarrolle un embrión.
A continuación, el embrión debe ser transferido a la hembra que lo
gestará en el momento adecuado en su ciclo reproductivo.
El
primer reto era recoger los óvulos maduros del oviducto femenino, el
conducto que comunica cada ovario con el útero en el animal. Al
principio, los científicos trataron de utilizar los óvulos que
estaban en la misma etapa de maduración de las células de otros
animales, pero dado que los ciclos reproductivos de los perros
difieren de otros mamíferos, los óvulos no pudieron fertilizarse.
Sin embargo, el equipo descubrió que si dejaban el óvulo en el
oviducto un día más, alcanzaba una etapa en la que la fertilización
mejoraba en gran medida.
El
segundo reto consistía en simular las condiciones en las que el
tracto femenino prepara el esperma para la fecundación, para lo que
se añadió magnesio en el cultivo celular. Con esos dos cambios, los
investigadores lograron un éxito del 80% al 90% en las tasas de
fertilización.
El
desafío final para los investigadores fue la congelación de
embriones, que permitió transferirlos a la hembra receptora en el
momento adecuado de su ciclo reproductivo, que ocurre sólo una o dos
veces al año.
Los
resultados tienen amplias implicaciones para la conservación de la
fauna, explica Alex Travis, profesor de biología reproductiva en
Cornell: «Podemos utilizar esta técnica para conservar la genética
de las especies en peligro de extinción», resume. También puede
ser utilizada para conservar razas raras del mundo del espectáculo y
de perros de trabajo, y para eliminar las enfermedades genéticas de
un embrión y, por tanto, librar a los
perros de
las enfermedades hereditarias.
Jorge Torrego Ruiz
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