sábado, 12 de diciembre de 2015

PRIMEROS CACHORROS POR FERTILIZACIÓN IN VITRO

Los primeros cachorros nacidos por fertilización in vitro  han llegado al mundo en EE.UU. Se trata de siete perros sanos, algunos de ellos de raza beagle y otros con mezcla de cocker spaniel. El logro, perseguido desde los años 70 y conseguido ahora por investigadores de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, abre la puerta a la conservación de especies de cánidos en peligro de extinción y puede ayudar a erradicar enfermedades hereditarias  en nuestros mejores amigos. También puede ser útil para el ser humano, ya que los canes comparten con nosotros más de 350 trastornos y rasgos hereditarios similares, casi el doble que otras especies.
Un total de 19 embriones fueron transferidos a la perra anfitriona, que finalmente dio a luz a siete cachorros sin problemas de salud, dos de una madre beagle y un padre cocker spaniel y los otros cinco de dos parejas de raza beagle.
Durante la fecundación in vitro, se fertiliza un óvulo maduro con un espermatozoide en laboratorio, de forma que se desarrolle un embrión. A continuación, el embrión debe ser transferido a la hembra que lo gestará en el momento adecuado en su ciclo reproductivo.

El primer reto era recoger los óvulos maduros del oviducto femenino, el conducto que comunica cada ovario con el útero en el animal. Al principio, los científicos trataron de utilizar los óvulos que estaban en la misma etapa de maduración de las células de otros animales, pero dado que los ciclos reproductivos de los perros difieren de otros mamíferos, los óvulos no pudieron fertilizarse. Sin embargo, el equipo descubrió que si dejaban el óvulo en el oviducto un día más, alcanzaba una etapa en la que la fertilización mejoraba en gran medida.
El segundo reto consistía en simular las condiciones en las que el tracto femenino prepara el esperma para la fecundación, para lo que se añadió magnesio en el cultivo celular. Con esos dos cambios, los investigadores lograron un éxito del 80% al 90% en las tasas de fertilización.
El desafío final para los investigadores fue la congelación de embriones, que permitió transferirlos a la hembra receptora en el momento adecuado de su ciclo reproductivo, que ocurre sólo una o dos veces al año.
Los resultados tienen amplias implicaciones para la conservación de la fauna, explica Alex Travis, profesor de biología reproductiva en Cornell: «Podemos utilizar esta técnica para conservar la genética de las especies en peligro de extinción», resume. También puede ser utilizada para conservar razas raras del mundo del espectáculo y de perros de trabajo, y para eliminar las enfermedades genéticas de un embrión y, por tanto, librar a los perros de las enfermedades hereditarias.


Jorge Torrego Ruiz   
1ºC Bach


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